En un trabajo conjunto con el INTI

Diseñaron una estufa de leña mucho más eficiente

Utiliza una energía sustentable y, además, no contamina

Según datos del Enargas, en el país hay alrededor de 6.650.000 familias usuarias de gas natural. Basta con recordar este dato, que revela que gran parte de la población carece de acceso al combustible, para apreciar rápidamente la trascendencia del desarrollo tecnológico que exhiben -con innegable orgullo- Francisco Borrazás y Jorge Dartiguelongue.

Con el apoyo del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), estos dos innovadores -el primero, «casi» ingeniero agrónomo, y el segundo, ex «Puma» y ahora economista y empresario de riesgo- diseñaron y fabrican una estufa multifunción de leña (sirve también como cocina y horno, y puede agregársele un termotanque) tres veces más eficiente que una salamandra y ocho más que un hogar de leña.

«Pudimos hacer un aparato que tiene un 95% de eficiencia de combustión y un 75% de eficiencia de transmisión de calor», detalla Borrazás, el «padre de la criatura».

La historia comenzó cuando el INTI Patagonia detectó las malas condiciones de calefacción que existían en su zona de influencia. Debido a un aumento en el precio del gas envasado, se estaba utilizando leña en condiciones muy precarias, lo que se traducía en depredación de bosques y aumento de enfermedades pulmonares, especialmente en niños, por el humo que invadía el interior de las casas.

«El INTI de Neuquén detectó el problema, se lo presentó a Jorge y luego nos conectó -recuerda Borrazás-. Yo diseñé un prototipo y lo probamos en el Centro INTI de Energía. Con todo el instrumental que tiene, fue como poner a punto un automóvil: cambiábamos cosas, medíamos la proporción de dióxido de carbono que liberaba y todo lo demás, hasta que llegamos a hacer un aparato muy eficiente que, además, produce cuatro veces menos dióxido de carbono que el mínimo exigido por la norma canadiense que aplicamos.»

Un desafío personal

Borrazás, que lleva 20 años diseñando estufas, empezó a interesarse en el tema para enfrentar un desafío personal: calefaccionar una casa propia sin tener que gastar mil litros de gasoil mensuales para hacer funcionar la losa radiante. Viajó a los Estados Unidos, buscó asesoramiento en la Universidad de California en Santa Bárbara, siguió en Finlandia y finalmente se puso a experimentar.
«Seguí por ese camino sin que nadie me hiciera caso, hasta que el precio del gas empezó a subir», comenta.

Ñuke, como se llama la estufa -empleando un vocablo que significa «madre» en mapuche-, empezó a diseñarse en marzo del año último. Entre otras cosas, posee un sistema especial de inyección de aire y baldosas que retienen el humo y queman todo el alquitrán, los gases venenosos y el dióxido de carbono.
«Nuestro objetivo es ofrecer una alternativa a los productos del petróleo -dice Dartiguelongue-. Y, con leña, pensamos que no hay nada que tenga el rendimiento de estas estufas.»

Según mediciones efectuadas en una localidad cercana a El Bolsón, el modelo más chico puede calentar una casa de 45 metros cuadrados. «Con dos grados bajo cero afuera, teníamos 18 grados en el interior», afirma Borrazás. El modelo más grande calefacciona unos 100 metros cuadrados.

Para el licenciado Mario Ogara, director técnico del Centro INTI de Energía, «hay rendimientos comparables en gas, pero en leña es muy superior a todo lo disponible en el mercado. El secreto probablemente está en haber bajado sustancialmente los costos».

¿No es antiecológico usar madera para calentar casas?

«No -responde Borrazás-, siempre que se reforeste. No hay que tocar el bosque natural, por supuesto. En el INTI hemos probado con madera de eucaliptus, por ejemplo. Es un excelente combustible, anda muy bien y crece muy rápido. Y en la Patagonia, donde hay un arroyo crece de todo sin ningún problema, lo que pasa es que hay que organizar un poco, algo que estamos consiguiendo con la ayuda del INTA. Por otra parte, estamos trabajando para que todos los desperdicios de madera, que se queman a cielo abierto, se puedan compactar para hacer troncos artificiales.»

Y agrega Dartiguelongue: «Por otro lado, la leña no alcanza porque se usan estufas y hogares que la consumen rápidamente. Un metro cúbico de madera, que dura cuatro o cinco días en una estufa común, tarda quince en quemarse en una de éstas«.

A través de licitaciones, ya se entregaron 300 estufas Ñuke a comunidades mapuches de la provincia de Neuquén. También serán incorporadas en 4000 viviendas rurales que están en construcción en Chubut.

Sin embargo, ambos emprendedores siguen trabajando con el INTI («es una herramienta extraordinaria», opina Dartiguelongue). Esta vez, para diseñar un modelo que «queme» biodiesel o aceites vegetales. «Después, habría que convencer a McDonald s de que done el aceite usado…», bromea Borrazás.

Ciencia/Salud: LA NACIÓN
Publicado en la ed. impresa: Ciencia/Salud
Viernes 4 de agosto de 2006

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